Gualicho de olvidar...
Sí, 20 años no son nada, ¿pero 25? eso ya es abuso

domingo, 27 de diciembre de 2009

Vivir cuesta vida

Vivir, ser o estar en la vida, estar-siendo un hombre, un hombre en su mundo, y continuar siéndolo, a pesar del temor al fin de la propia existencia, es una decisión. Una decisión personal.
Venimos al mundo a partir de un grado de conciencia 0, inexistente. No habíamos planeado nada, por que no habíamos. No eramos nada. Y con el comienzo de nuestros aprendizajes llega la conciencia de la existencia: esto no es igual a una "toma de conciencia sobre la existencia", sino la posibilidad de planear estratégicamente cómo seguir viviendo. Ya sea que hablemos de qué cenar o de ser senador. No importa.
Y podemos en algunos momentos, cuando no negamos la posibilidad siempre presente de dejar de existir, pensar nuestra muerte (valga lo reiterativo). Y hasta podemos decidir si morir en este instante en que lo pensamos.
Eso provoca terror. Saber que podemos terminar con todo lo que somos.
Al nacer, nació nuestra conciencia; al morir, o después de correr el velo que cubre la categoría de lo muerto, no es posible que siga funcionando. No tendría motivo alguno seguir siendo concientes de una inexistencia.
Vivir es a veces (o siempre, sin tomarlo muy en serio)una decisión de vida.

lunes, 21 de diciembre de 2009

El Rey ha Muerto

Telas doradas caen del cuerpo labrado

las migas regocijantes

los rezos se desprenden de redes rotas

iluminantes viles costumbres

de cerrar los ojos, y abrir portales.


Sucio o desprolijo,

muerto de las carreteras por dos veces

buscaste el trago fresco de cerveza.

Arrancándole balidos sin ninguna sutileza,

con más maña que esfuerzas,

amante de tu instrumento.


Dejando huérfanos a todos

el negro nunca fue tan abundante,

las ropas de tus pajes,

¡sus rostros!¡sus barbas!

se tiñe todo de poco,

cuando las palabras abrazan.


Sabemos que fuiste rey, del reinado más caliente

que fuiste amo, amor, y causa de mil revueltas

alborotaste, trastocaste del mástil

tus arpegios, artilugios de brujo.

Dedos del sentido de los ruidos.


Y el tuyo igual al mío:

Mi destino es encontrar el camino,

nunca dando vuelta el silogismo.


lunes, 14 de diciembre de 2009

El Violento Ataque de una Cucarach


No es solo una fobia (o sí, no sé cual es el límite de las fobias). Les juro que a veces sueño con ellas. Los que me conocen seguro me escucharon hablar de las malditas cucarach. No pienso terminar de decir su nombre...es una invocación, carajo.

Ayer fue el colmo. Caminaba por la Salta con mi buen amigo Garbo; hablabamos del gol de Abelairas. Y fue como la contraseña para que una de esas criaturas me salte a la cara y me camine por el cachete izquierdo. Sin poder siquiera gritar, me saco el bicho con la manita derecha, que quedó así como inmovilizada durante un rato largo. Quería desnudarme y correr a mi casa, a la seguridad de algún lado.

Seguiamos caminando rumbo a la cena en Pangea y parecía que la conversación continuaba. Mentira!, yo imaginaba que me bañaba en alcohol en gel. Me pasé tiritando toda la noche, recordando esas millones de patitas. Me dan como convulsiones, pequeñas descargas musculares que nacen de lo grotesco.

No fue la primera vez. Otra vuelta fue en mi patio. Me cayó de algún lado en el pelo, y me saque la remera y comencé a gritar. Lo peor de todo fue que no la encontré en ningún lado... tal vez sólo la imaginé. Mi psicoanalista lo sabe: les tengo tanto terror que aparecen en mis sueños, y sí, representarán otras cosas (eso también lo sé) pero nadie puede llegar a negarme que es una sensación de la mil mierda el verlas, y sentirlas cerca.

Mi hermano dice que puede olerlas antes de que aparezcan. Y me advierte. Yo salgo corriendo lejos cuando el me da la alarma. Pero, las muy culiaditas siempre me encuentran.

Y no puedo matarlas, por que lo que más odio, es como revientan.

Huyo de ellas. Y como paracaidistas del asco corporeizado me dejan un besito de la muerte con el fucking braile de su caminata alcantarillezca.

Como las odio, las detesto.

sábado, 5 de diciembre de 2009

El Hombre No Tendría Pensado Seguir Existiendo


Esas conclusiones suelen llegar cuando se camina, y se camina por las calles en contramano, de noche. Por que desvelarse en la cama es confirmar la hipótesis. Pasa cerca de los puteríos y pegá una mirada: despersonalización. En el sentido de la fugacidad del contacto, o la transformación de los cuerpos en la fuerza de trabajo, y cuando digo cuerpo, digo cuerpo. Y en última instancia, mercantilización de la sexualidad. La lógica del tener: el falo, un pene con plata. Y mirá más: no existen las miradas, solo los ojos. Es como si solo fueramos una brecha en la carne, solo una herida de navajas que dibujan trazos desde donde brota una sangre viscosa. La gente no posa la mirada cerca de los puterios. Los más pendejos o están borrachos o nerviosos, y los más viejos, están sovados, acostumbrados, hasta tal vez alienados.


Sí, también sé que no podés tener todo lo que te dijeron que debías tener y que por eso, buscás sostenerte hombrecito valiente en tu billetera. Y la prostituta? qué es de su vida? tiene algún deseo, desea? Sí que desea, por que no. Pero lo difícil es desear a ese que le paga...si no le pega. Por que es explotación capitalista, y antes del capitalismo, seguía siendo explotación. Y podría ser que el cliente la trate bien, y sueñe con rescatarla, como Augusto Remo. Y esa sí que es una fantasía para sostenerse vivo: querer salvar a la prostituta...¿y de qué se salva a una prostituta? ¿Sos Marx?¿Te conmueven los obreros, o no te exita tanto la idea de rescatarlos a ellos?


Y así como desea el hombre, también desea la mujer. No nos hagamos los pelotudos, unos oprimen más que otros, pero todos están en el juego de poseer y no dejar a nadie ser diferente.¡Y que mierda se desea! Y están los que no pueden decir que quieren de su vida, o de almorzar, o qué película ver por fuera de las que el cine top pop de Yerba Buena te ofrece.


La satisfacción es breve y concisa. Cara y precisa. Y nada más. No deseamos por fuera de lo que nos dicen que tenemos que desear. Somos tan subyugados. Tan patéticos. Y los partidos de izquierda tienen un molde rígido que es el producto en negativo del fundamentalismo del consumo. Es la moralina al mango.


Y la anarquía? ¿ser acrata? mientras tanto llegás a la plaza cerca los lumpen-bar-lupanar. Y pintás consignas y no consignas. Es arte efímero.


Todo parece una satisfacción automática, propia, casi nadie se mete en tu argumento, en tu obrita. Los mismos pensamientos, los mismos actos, producto en serie. Control de calidad: la máquina gana. Y la máquina es ese deseo que hizo todo esto.


El hombre es un construcción, el hombre-concepto. Así como fue creado, se transforma, deja de existir. Cada vez más cerca de Metrópolis.


El hombre no tendría pensado seguir existiendo, por que existir es afirmación del ser, es voluntad de existir, es deseo de estar vivo. Y sólo se desea consumirlo todo.



lunes, 30 de noviembre de 2009

Ayer vine, hoy Alejo

A la carga van mis dientes! y el tiro por la culata
venimos de las canciones, nos vamos casi sin nada
somos frutos de la noche
de encuentros en minifaldas,
pasto frío en los colchones,
mierda muerta en madrugada.

Las cruces, los rocanroles
las botellas, las giladas
el fermento frutillero, las pasas del gran mañana.
Saludos a los del norte, maestros o viejas hadas.
Mutante de los alcoholes, de los robotes filosofantes.

la humillación y la humildad
traspiración enfrascada.
No hablemos de sexo, no hagamos nada
meta fasito y pavadas!

domingo, 18 de octubre de 2009

Demasiado deseo en sus ojos


Siempre recurre al mismo recurso, la fantasía, y piensa en los posibles desenlaces que podrían haber tenido sus desventuras. Luego de las horas que se comparten sin poder acceder a la palabra precisa que habra unos labios, o unas puertas, se queda con las imágenes y los sonidos que nunca existieron, o que sí, existieron, en su libreto. Piensa que tiene algo de guionista, que se refugia en sus propias invenciones para escaparle a tanta cobardía.
Por eso, la nada que fue debería haber sido: "A las tres horas de estar el grupo totalmente ebrio, acercó su silla y la colocó frente a ella. La miró durante unos segundos plenos de significado, aunque ella hubiera llegado a sentirse incómoda. Pudo verle las líneas que deja el desvelo en el rostro de un hombre. Y comenzó a explicarle que no tuvo sentido alguno dormir, porque la ansiedad y las ganas de verla generaban en su estado de ánimo una fiesta, un bacanal endemoniado. Que también tenía en claro lo inoportuno del comentario, pero que al fin y al cabo, prefería jugarse todo en esta mano, y "cual es si no es bienvenido mi pedido". De todas formas, solo hubiera cambiado la causa de sus desvelos. Y ella le acariciaría su cara y le tocaría la pierna diciéndole, "sabés que no...", solo para que él lo sepa para siempre, y lo ignore hasta el infinito, intercalando que lo que él sentía por ella no contemplaba réplica alguna, y mucho menos una negativa. Tenía en claro que sus sentimientos, o lo que es más crudo y sincero, su deseo, era una fatalidad. Y se pararía para robarle un beso".
¿O realmente se levantó para robarle un beso?

No, no lo hizo. Y nunca lo hizo. Y no sé si lo hará. El viento se come despacio la vida de los que no viven. Y las páginas se llenan de frustración, por que en cada fantasía existe el deseo de concretarse, y en cada fracaso, un poco de muerte, un poquito más de dolor.

domingo, 11 de octubre de 2009

Callate, Mark



Definitivamente este será un post raro, por lo menos para lo que suelo escribir. La intención gravita alrededor de un tema: cómo las coincidencias o azares terminan cerrando algunas veces, dando como resultado experiencias particulares. Voy a tratar de ordenar cronologicamente una serie de, ¿cosas, eventos?, que no voy a decir que cambiaron mi vida, pero sí por lo menos dieron origen al presente artículo.
Sin más rodeo:
Cállate Mark es un tema de Sumo, la banda del pelado Luka, Mollo, y otros. En una versión en vivo, el tano aclara que está dedicada al asesino de Lennon. Cuando escuché esta introducción (que cuenta además con un lapsus de Prodan), recordé que no era la primera vez que dentro del rock nacional escuchaba algo del tema: "No va a morir frente al Dakota"...
En "Héroe del Whisky", Solari lo trae desde las sombras al Inmensamente Imprescindible de Lennon. Hace años que el tema me parece el más encumbrado de los Redondos, a mí gusto y paladar, sobre todo por esos guiños breves pero intensos. El Indio afirma, "no va morir frente al Dakota", y es una expresión de deseo: realmente el Beatle fue fusilado frente al edificio Dakota, el 8/12/80, por Mark Daviv Chapman (tranquilamente, Hombre/chapa, chapita).
¿Quién fue este tipo? ¡ni idea chabal! Sólo pude averiguar un par de cosas sobre él, sucesos a los cuales su existencia se ve reducida por nosotros, los que intentamos entender el lugar que la locura ocupa en el hombre. Prodan le grita ¡So, shut up Mark!, ¿por qué?: "Yo sólo quería encontrar un modo de ser alguien que no soy. De ser amado" declaraba Marky, quién sentía por Lennon una devoción, una pasión; a la vez, una voz interna lo convencía de haber sido traicionado por el ídolo.
A Chapman se le encontró un libro: "The catcher in the Rye", de Salinger. Libro del que mi profesor de taller a principio de año trajo un fragmento, fragmento que me pareció magnético: el protagonista habla con el lector, le explica una situación. Sediento del libro me lo compro y lo leo al toque.
A mediados de este año, en Córdoba me encontré con la versión en su idioma original: más impactante, tremendamente transparente, no sé cómo describirlo; el narrador remata sus frases con un You Known... que te hace meterte en su piel. Termine fascinado. Deslumbrado, que también es decir, un poco ciego.
Esta historia, la mía, tiene un par de eslabones más, pero no quiero hartar. El edificio, el Dakota.


domingo, 4 de octubre de 2009

Debería ser "Vuelve el perro arrepentido", pero está muy trillado


¡Arriola las manos!
Siempre supe que tenía algo más que decir
lástima que sean las tres y once.
En medio de tanto
suceder sucedido,
del moco empasto en el ombligo,
de la bocanada de aire fresco
provocador de nuevas bocanadas
hechas de puros espasmos.
Brutalidad de unos ojos
¡solo unos!
Y ¿por qué no? también el olvido
del horario de las clases del mañana,
del teórico de somática de las 11.30 de la mañana de mañana.
Es en medio del asalto forcluido
de la punta del iceverg(a) pendulante del racimo,
en medio de mi farsa que retorna
al conformismo si me hablan del rocío.

Me falta práctica, pericia.
Sólo me falta la lengua,
lalangue lacaniana, y los dientes perdidos
aquel domingo que queda dolorido
en la entrada del mismísimo camino,
que hoy revivo a la salida
del último recoveco
que me vió vivo.

lunes, 6 de abril de 2009

Cierta clase de Hambre



"Una flor
no lejos de la noche
mi cuerpo mudo
se abre
a la delicada urgencia del rocío"
Alejandra Pizarnik

Tanto el hombre como la mujer, le parecía (o sabía), estaban condenados a querer un algo más, otra cosa, lejos de lo que tienen al alcance de la mano. Hace algún tiempo era una especie de amante de un abogado casado.
Vivía en un departamento, por la Muñecas, con María. No lo hacían por economizar, más bien por costumbre, después de tantos años, la facultad. Se entendían… Al igual que otras personas que la querían, no le caía bien la última historia en la que Isa se había metido, la sentía mal, y ella no decía mucho. Pero su cara gritaba, se le escapaba por los poros todo ese bagaje de sensaciones y de miedos solitarios.
Trabajaba en la zona de tribunales, pagando piso. Era un estudio grande, donde había también otros abogadillos jóvenes sin cuña. Tomaba café siempre a media mañana, junto con los otros chicos. En fin, detalles decorativos, que pegaron onda, se conocieron con otros más hasta poder conjugar al juego de la Petit horda unisex que tanto divierte a los que posan un pie en los veintinueve y pasan el otro pa los treinta y uno. La querían por lo que había sido. Porque últimamente, nadie le creía.
Pensaba bastante en las comidas, para llenar espacios o gastar tiempo, ansiedad tal vez. Y los otros no eran ogros, le leían sus ojos gastados, el desvelo. Carlito y la Pato sabían, que ésta anda mal por ese buitre amigo de Martín, que cómo no se va a dar cuenta de que es un hijo de puta, que la quiere para secretaria o peor... y Martín se dice amigo.
Por a o por b, todos los años, este Martín cumplía años en esos días, cuando la sopa estaba de más fría, cuando las papas quemaban por dentro. Y organizaba algo: Se juntarían (los chicos, la historia, el hambre, las ganas de comer) en un bar, una casa vieja de barrio sur, vayan todos temprano. Se prefiguraba lo que pasaría.

Llegó tarde, dijo que se había quedado viendo un par de películas, de Kubrick, pero me dormí con Odisea. Nadie le creía. Estaba sentado cerca de la puerta el tal BIAGIONI (así le decían, a secas, quitándole toda posible humanización que se comete al pronunciar un nombre). Sin querer todos habían complotado en el juego de las sillas; al llegar, el lugar vacío estaba al lado de él. Habían creado el hueco, la grieta por la cual Isa, caería. No estoy diciendo que el ser humano lo haga de pura mierda que es, algo de azar hubo, che.
“Nos tomemos una cerveza, Isa, que se hace tarde para estar tan sobrios”. Sonrió. Le sonrió. Y Carlito se sintió asqueado, apretó la derecha, pero Pato (patito) le agarró bien fuerte la pierna, por debajo de la mesa, para disimular el odio de ambos. Y lo miró. Quedate en el molde.
El resto miró el suelo, el techo (Point to the window, point to the door, point to the ceiling and to the floor). El atroz encanto de hacerse el pelotudo.
“Quilmes, sí”.
Le hablaba al oído, de bossa, y de una canción rarísima de los tiempos del under de los redondos. Y creyó escucharle decir de nuevo que hace tanto tiempo que no charlamos, que se llevaban tan bien. Y quiso decirle, claro, total no perdés nada. Ella no lo quería, pero lo deseaba, nada más. Que eso no te lo cree nadie Isa.
Ya no había lugar para la compasión, aunque los chicos siempre intentaban conservarla. Martín invitó a Biagioni al póker, y éste pareció acceder pero cuando se paró de la silla, una mano isabelesca (dominada por todas sus vidas, cargada de amargura, alucinada de tanto esperar un algo de él) le tomó la muñeca.
“Quedate conmigo”, le pidió. Todas las palabras que siguieron no tienen ningún sentido, ninguna relevancia. Todos vieron ese ruego y quisieron matar, a él o a ella. Carlito, que la quería como a una hija, miró con asco a Biagioni, nos tenemos que juntar a hablar nosotros, le dijo, con ese tic en las cejas. Pato tenía una pelota en la garganta, una náusea ante el espectáculo de la soledad, de ese tipo de miseria nocturna de Tucumán, que se niega a dejar de parecer una novelucha latinoamericana, para aspirar a la tragedia. No se dijo nada más. Cuando no quedo ninguno, se fueron. A la habitación de Isa.
-Voy con un Chico
-¿Biagioni?
-Dejame el departamento, por favor, no me hinchés las pelotas
-Siempre la misma pelotuda, y él, un hijo de puta
-No jodás, no entendés, Mari
-Hacé lo que quierás, yo me voy.
Iba a decirle gracias, pero no estaba muy convencida del por qué darlas. Lo triste era que todos querían hablar con ella, aconsejarla, y que de alguna forma (medio obvia, media velada) tenían razón… pero nadie estaba en su carne cuando se acostaba, no sabían del dolor en el costado izquierdo que no la dejaba dormir por las noches, que se iba cuando Miguel Biagioni le hacía el amor.

El tipo tenía ese paso a paso para desarmar a Isabel Niceto, desde el cuello, deteniéndose poco en sus pechos (nunca se había sentido cómoda con esa parte de su cuerpo, y él lo había intuido), acariciándole órbitas en el pupo, buscando con sus dedos dentro de su sexualidad femenina, besándole el alma desde la boca, con una lengua casi estática pero húmeda. Ella nunca avanzaba. Ahí ya no se pretendía propia, ya se sabía ajena. “Mecánica del “Amor” I”. Biagioni dejada de lado el personaje, todo el montaje, toda posible conexión con las fantasías Isabelinas, de ser amada por alguien, y hacía uso del poder que se le entregaba. Era la hora de la noche que enturbia las reflexiones sobre la culpabilidad, sobre la responsabilidad, en torno a los dormitorios y las posibles (infinitas) combinaciones de personas, que en ese breve lapso de tiempo, parecen no estar tan solas. Inocentes victimarios de sí mismos.
Al margen de todo, Isabel sabía bien en que estaba, no se dejaba engañar por sí misma, ella era la que se entregaba a todo esto. Una conciencia, al pedo… una comprensión para quedarse quietos, digamos.
Biagioni se vestía. Ya no podemos seguir con esto, sabés, Isa. Estoy, soy casado. Sabés que te quiero sí, me imagino, hijodeputa, pero no quiero que esto te haga mal, ¿más?, sos una mina hermosa, te merecés otro tipo, que sé yo, que te hará pensar que necesito algo…
Por algo que los grandes filósofos llamarían piedad, o repugnancia, Biagioni se despedía de Isa sin besarla. Un toque realista, después de todo. Era el instante en que se quedaba sola.

La cama de dos plazas (entraría un parque ahora) inquietó por última vez a Isabel. No estaba el dolor: como todas las dolencias que inventamos para generar compasión, que se van cuando son inútiles. Pero había algo parecido al desgarro en su sexo. Ya no se sentía, llevó una colchita y una almohada al sillón grande donde dormiría, en la salita del departamento. La vendo y me compró otra cama, más chica.
Se duchó. No era suciedad, vamos, no era una pendeja. Era peor que sentirse usada… se había entregado atada. Lloró un poco en la ducha.

Cansada yació Isabel Niceto en el sillón de la sala.

El lunes en el estudio les dijo a los más cercanos que había sido la última vez, como una despedida, ya sé que quiero hoy por hoy (actualidad al cuadrado). Decidió nunca más coger con Miguel Biagioni. Carlito y Patitito la abrazaron un poco, antes de agarrar un par de biblioratos y volver al trabajo, soplando un breve aliento, una elegía por su amiga. Nadie le creyó. Isa se preparó una sopa de esas deshidratadas, light, que vienen en sobrecitos individuales verdes. Eran las doce del mediodía.

sábado, 4 de abril de 2009

Para vos, TANQUE


PECES DE CIUDAD (Joaquinito)

Se peinaba a lo garçon
la viajera que quiso enseñarme a besar
en la gare d'Austerlitz.

Primavera de un amor
amarillo y frugal como el sol
del veranillo de San Martín.

Hay quien dice que fui yo
el primero en olvidar
cuando en un si bemol de Jacques Brel
conocí a mademoiselle Amsterdam.

En la fatua Nueva York
da más sombra que los limoneros
la estatua de la libertad,

pero en desolation row
las sirenas de los petroleros
no dejan reír ni volar

y, en el coro de Babel,
desafina un español.
No hay más ley que la ley del tesoro
en las minas del rey Salomón.

Y desafiando el oleaje
sin timón ni timonel,
por mis sueños va, ligero de equipaje,
sobre un cascarón de nuez,
mi corazón de viaje,
luciendo los tatuajes
de un pasado bucanero,
de un velero al abordaje,
de un no te quiero querer.

Y cómo huir
cuando no quedan
islas para naufragar
al país
donde los sabios se retiran
del agravio de buscar
labios que sacan de quicio,
mentiras que ganan juicios
tan sumarios que envilecen
el cristal de los acuarios
de los peces de ciudad

que mordieron el anzuelo,
que bucean a ras del suelo,
que no merecen nadar.

El Dorado era un champú,
la virtud unos brazos en cruz,
el pecado una página web.

En Comala comprendí
que al lugar donde has sido feliz
no debieras tratar de volver.

Cuando en vuelo regular
pisé el cielo de Madrid
me esperaba una recién casada
que no se acordaba de mí.

Y desafiando el oleaje
sin timón ni timonel,
por mis venas va, ligero de equipaje,
sobre un cascarón de nuez,
mi corazón de viaje,
luciendo los tatuajes
de un pasado bucanero,
de un velero al abordaje,
de un liguero de mujer.

Y cómo huir
cuando no quedan
islas para naufragar
al país
donde los sabios se retiran
del agravio de buscar
labios que sacan de quicio,
mentiras que ganan juicios
tan sumarios que envilecen
el cristal de los acuarios
de los peces de ciudad

que perdieron las agallas
en un banco de morralla,
en una playa sin mar.

La Posada del Frac Cazzo


El amor es contagioso. Y nos aseguramos un futuro aséptico, profiláctico.
Somos experiencias intercambiables, o realmente es como nos decían de pibes, y somos únicos. No sé si poner eso entre signos de pregunta, por temor a la respuesta.
No sé si valemos la pena, pero somos lo único que tenemos a mano. “Haciendo la parodia del artista”… creo que eso es la vida. Que en el fondo es ser artista, y más en el fondo, es solo la parodia.

El Todo te exige que seas algo, algo que sirva. Y a mí, me patinan los dedos a la hora de firmar, de afirmar que seguimos vivos. No es lo mismo estar vivo que seguir vivo. Se va haciendo evidente que tenemos que inventar algo, si no, todo se va a la putísima mierda.

Y está la calle, que no quiere darse por enterada de todo el bochinche que la gente lleva adentro. Los pensamientos se atropellan, para no salir nunca de nuestra boca. Ya casi no hablamos, “A- Dicción”. El otro día, no pude escribir mi nombre, las letras se me cambiaban de lugar, fue horrible. Mirá por qué lloramos, ¡mirá!
Abundan los cuerpos, que se van desperdigando, estallan en todos lados. Las camas son ancilos de asianos. No puedo conectar nada.

Mi intención es describir un lugar en el que no me guste estar, tergiversando un poco las palabras y las cosas. Pero siempre acabo con ese gusto a nada, al ver que la tarea se me escurre como mermelada light de durazno en la merienda de “El Griego”. Cambiate, te paso a buscar más tarde.

domingo, 22 de marzo de 2009

Desborde Psicotrópico Berserkero


Cerveza con beleño para todos. Despenalicemos los hongos buenos, que desde hace mucho nos iluminan en la guerra y en la paz. Ahora que todos quieren volver a la foja cero, nos pongamos un par de pieles de oso, y pierdamos las conciencias individuales. Un té de san Pedro, el de las puertas del nuevo cielo.
Encendamos el conocimiento mítico, que se aleja de la falsa estructuración moderna de la verdad, para alzar catedrales sobre la arena, ¡pero qué catedrales!
El andamiaje cósmico, inunda con sus rayos y centellas, todo lo que está a la vuelta de nuestra experiencia. Metamos nuestros miembros superiores en el barro de la existencia, borremos de a poco toda esa mierda que nos embadurna, que´nos reprime, y salgamos en busca del sentido cavernícola, sinonimia del researching en formaciones oscuras y húmedas.
Volvamos al útero terrestre, sí, a la chanchada de la cancha del perico, mordiendo nuestros mecanismos de defensa, que no son más que escudos vikingos. Invadamos el reino del absurdo, que sólo se toma por asalto. Admiremos caer hojas de parra, del Gran Ojo de Eva.
Me dispongo a ponerme en pedo, mataré como sea al eslavo perdido.

domingo, 15 de marzo de 2009

Sopla un viento frío en la ciudad


Si tan solo fumara, ese hubiera sido el momento perfecto para encender uno. Gran marco: abandono total. La calle se ensanchó. Y nos quedamos siendo un uno partido, que no es lo mismo que medio. Nos quedamos... que frase estancadora, si lo único que "se queda" es un recuerdo adulterado. Tenemos un bagaje de imágenes premio-consuelo, lágrimas para quien así mejor lo digiera.
Ayer le decía, amigo, que en la separación desaparece parte de lo que se fue (tanto por el pasado del "ser" como del "ir"), por que se ató a la rutina, al orden natural del tiempo personal. Hasta el tiempo se desgarra, y la unidad que somos, por lo menos pienso yo que así es, se deshace.
Y no digo nada sobre las palabras, ni los lugares comunes, que se actualizan en una situación específica, como si nunca en la buena tierra, alguien hubiera terminado un puñado anhelos. Se despierta...y la vida no es sueño. Así de especiales creemos ser, mientras haya dulce en el frasco.
Me hubiera gustado, aunque sea, que la cosa se diera en Buenos Aires, con algo de puerto, con un poco de esos océanos de distancia y no un par de calles tucumanas.
Estuvo bien tener un abrigo en ese momento, falto el cigarro.
En fin... es algo difícil de explicar, pega adentro, no tiene nada de especial para alguien ajeno a la situación.
Supongo que a usted nunca le pasó, mi amigo.

viernes, 6 de marzo de 2009

Trincheta


Me atentó el atún:
cuando menos quisimos
caimos en la cuenta
de que nos sobran palabras
para hablar de esto.
Y callamos de nuevo.

Son el martillo
y el eterno retorno
los que busco con
mis ansias.

Aunque poco importe,
si se me da la gana,
le pongo mayonesa
y lo como con arroz.

Como ayer, como hoy
al escurrir de la lata
bajás hecha ectoplasma,
igual que en un
Champ Élysées.
Muerta.

Y son las carrozas modernas
las que llevan
nuestras mejores historias,
lo sigo sosteniendo,
apesar de que cada vez
me salga peor:
"no debiste hacerlo".

Pardies, Pall Mall.
Que en nuestro hoy-aje
se nos va la fuerza
y los sueños.
Como humo.

Desvarianza Fundamental I


Vida

En cuanto lo longevo
deje de ser un valor deseable,
disminuirá la "esperanza de vida".
Se transformará en una
"cuenta regresiva", o, un
"¿cuánto más?".

Yo quiero estar vivo hoy.


Celo Azul

Hace miles de años
que duermo allí.
Sus tuberías lloran en las tardes
las paredes ahuecadas de su corazón
se cubren con bolsas de consorcio.
El piso simplemente está, permanente.
Una habitación no tiene techo,
desde ahí puedo ver
el celo azul.


Un Poco Menos

Sui ceder
ante cualquier eventual
agravio al geronto ser.
Enloquecerá, en lo que será.

Al fin y al cago,
no pude a-cavar.


Traición

El hombre despechado
tiende a buscar pechos.

jueves, 26 de febrero de 2009

¿Represalia?

Lo vi cerca de la Arquidiócesis, en la avenida Sarmiento. No podría equivocarme de rostro, porque soy de esas personas que no le gusta olvidar a quien se llevó algo tuyo. En mi caso, no fue dinero, ni nada material.
Llevaba un sobretodo, seguramente el mismo de aquella vez en el parque, un par de años atrás. Lo mantenía de manera impecable, por lo que deduje que: o guardaba en alta estima esta prenda, o bien formaba parte de, digamos, la ropa de su “personaje”. Como el trabajo de papá estaba justo en la vereda de enfrente, decidí seguirlo. A 50 metros de distancia, mínimo, como habría dicho papá.
Entró en el telecentro de la cuadra siguiente. Pensé conveniente vigilarlo desde la puerta del ex policlínico ferroviario.
La primera vez que lo ví, iba camino de la facultad. Estaba llegando tarde al teórico de psicofisiología, por lo que me metí por el medio del parque. Grande fue mi sorpresa cuando creí ver al mismísimo profesor Sanchez un poco más adelante. Contando con esta ventaja temporal comencé a caminar más relajadamente, para no transpirar, para cuidar mi apariencia. No lo miré, por miedo a que me reconociera como su estudiante. Lo paso, y escucho un “esperá”, realmente inesperado. Cuando giro la cabeza, me doy cuenta de que no era el Doctor Sanchez, con su impronta de clavador-de-todo-alumno-de-primer-año-de-psicología. Veo una cara aniñada, podríamos decir parecida a la de esos angelitos que están en la base de las grandes figuras de las iglesias. Estaba perfectamente afeitado, casi provocaba acariciarlo. Sus ojos ligeramente del color de la miel, pero gastados. Quién sabe que habrá vivido ese rostro para parecer infantil y longevo a la vez. Su boca fue trazada por un pincel fino, sin lugar a dudas.
Sale del telecentro y sigue caminando en dirección a esquina norte. Pero se sienta en la parada de mitad de cuadra. Es él, no me equivoco. Sentí una especie de miedo, pensé en ir a buscar a papá de su oficina en Investigaciones, pero juntando fuerzas, decido no hacerlo, y continuar mi propio acecho. Cruzo de vereda, y entro al kiosko, me compro una barrita de cereal y me quedo en la puerta, comiéndomela. Él, entra en el cine.
Cuando en el parque se me acercó, me tomó del brazo, parte de mi cuerpo que desde entonces sufre un entumecimiento leve (Años después de psicoanálisis y de carrera llegué a entender algo sobre parálisis histéricas). “Me gusta tu pelo,¿ vas a la facultad?”. Enmudecí. “No seas tímida”. Comenzó a tocarme. Grité del espanto, “¡hijo de puta, violador!”, me zafé de su mano y comencé a correr. Ya en la facu, con todo todavía en la cabeza, comencé a llorar. Sin embargo, en lo furtivo del momento, justo antes de lo que sería su ataque, ví su mano. Era delicada, evidentemente cuidada, manicura, seguramente de un lugar caro. Antes pensaba que los violadores eran todos unos negros horribles de pesadillas. Este era extrañamente atractivo, no sé por qué. Y no sé por qué alguien así necesita perseguir gente en el parque…
Todavía la curiosidad me mataba. Entro al cine. No quería perderlo de vista, quería tenderle una trampa, o algo, quería justicia. Al entrar a la sala oscura, me doy cuenta de mi error: era imposible divisar sus ojos, es decir, su cara, en esta atmosfera enfermizamente oscura. La película era repugnante, pero lo mismo me senté en una butaca vacía.
Una mirada desde mi costado izquierdo me quemaba la cara, había alguien observándome, a mí … que pretendía tender allí mismo una “trampa”.
Contuve el aliento al divisar que un cuerpo se sentaba a mi lado. Su mano derecha se posa en mi regazo y escucho, antes de dar un grito y perder el conocimiento:
-Mierda, que te gusté, ¿no, putito?

viernes, 20 de febrero de 2009

Derrotaduchos


"... Esa noche, que es una bendición para la tierra, que oscurece los ríos, se traga las cumbres y envuelve la orilla final, y nadie, nadie sabe ñp que le va a pasar a nadie excepto que todos seguirán desamparados y haciéndose viejos, pienso en Dean Moriarty, y hasta pienso en el viejo Dean Moriarty, ese padre al que nunca encontramos, sí, pienso en Dean Moriarty".
Con esas palabras, Jack Kerouac, termina "En el camino", germen literario de la Beat Generation. Y ese Dean Moriarty, un loco frenético, adicto, maniático, nos enseña, sin tener demasiado en claro su peregrinar eterno hacia ningún lado, que el mundo no estuvo preparado para que nosotros vengamos a nacer. Y todos los que alguna vez leimos a Kerouac sabemos que nuestro destino es un poco el de cada uno de esos personajes, tan solos y desamparados. Siempre nos acecha ese ángel de la soledad, y el Beat parece decirnos: "pisá más el acelerador, tal vez no te alcance".
Noches enteras hablando de todo, sin saber demasiado, mezclando proyectos con tila, forjando amistades que se basan en la dureza del momento y no en la promesa de eternidad.
El beatnick, como moda, puede haber tergiversado mucho las cosas. Más allá de los disfraces que usemos, no podemos esquivar el fardo: esta vida es un viaje de ida a ninguna parte.

De noche amo
de noche miento y robo
de noche intento matarnos
bebo de noche
a veces de noche rezo y dejo de creerle.
Enciendo un cigarrillo siempre de noche
me pierdo de noche
para escribir
lo hago de noche

Dejos los sueños para el día,
la noche no nos deja dormir ni soñar.

"Y regresará a su ciudad, en la caja de un camión, las estrellas ahí no más, a su alcance frías" Héroe del Whisky, Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota.

miércoles, 18 de febrero de 2009

Advertencias y Prefas(i)os

Es fundamental a la hora de comenzar esta nueva tarea, aclarar ciertas cosas.

1)- El que pretenda reconocer en mis letras alguna verdad revelada, debería haber sido considerado por Foucault como uno de los grandes maestros occidentales modernos de la interpretación (léase Marx, Freud, Nietzsche, y vos), o ser reconocido como un pelmazo incapaz de diferenciar las fantasías de la realidad fáctica (si existe), discriminar entre la literatura (con respeto a la señora) y lo no literal.

2)- Te voy a censurar si no me gustas. Jaja

3)- No es un espacio óptimo para menores de edad, fascistas, gorilas, monjas en celo ni perros en celo. Lo de celo, va en serio.

4)- Señores dejo todo, me voy a verlo al Indio, por que los Redonditos me van a demostrar, que salen a tocar, que tocan rocanrol, que lo llevan adentro como lo llevo Yo.